La liebre y la tortuga
Érase una vez una liebre veloz que siempre presumía de lo rápido que corría. Se burlaba especialmente de la tortuga, que era conocida por su lentitud.
«¡Mira qué lenta eres!» rió la liebre. «¡Nunca llegas a tiempo a ningún sitio!»
La tortuga, cansada de las burlas, dijo tranquilamente: «Quizá sea lenta, pero apuesto a que puedo ganarte en una carrera».
La liebre se echó a reír. «¿Tú? ¿Ganarme? ¡Es lo más gracioso que he oído nunca! Pues entonces, ¡a correr!»
Todos los animales del bosque se reunieron para ver la carrera. El sabio búho fue designado árbitro y marcó la salida y la meta.
«Preparados… en marcha!» gritó el búho.
La liebre salió disparada como la flecha de un arco. La tortuga empezó a correr a su propio ritmo. La liebre miró hacia atrás y vio que la tortuga se marchaba. Se rió a carcajadas.
«¡Tengo todo el tiempo!», pensó la liebre. «Mejor me echo una siesta». Se tumbó bajo un árbol y no tardó en dormirse.
La tortuga caminaba con paso firme, paso a paso, sin detenerse. Ignoró a los demás animales que se reían de ella y siguió concentrada en su objetivo.
Cuando la liebre se despertó, ¡vio con horror que la tortuga estaba casi en la meta! Se levantó de un salto y corrió tan rápido como pudo, pero ya era demasiado tarde. La tortuga cruzó primero la línea de meta.
Todos los animales vitorearon a la tortuga. La liebre se quedó de pie, avergonzada, pero felicitó deportivamente a la tortuga.
«¿Cómo me has vencido?», preguntó sorprendida la liebre.
La tortuga sonrió sabiamente y dijo: «Lento y constante se gana la carrera. No se trata de quién puede ser el más rápido, sino de quién persevera hasta el final».
A partir de aquel día, la liebre dejó de presumir de su velocidad. Había aprendido que el exceso de confianza y la pereza pueden costarte la victoria, mientras que la paciencia y la perseverancia pueden llevarte lejos.
El conejo y la tortuga son dos animales muy diferentes con características únicas. Mientras que los conejos son conocidos por su velocidad, sus largas orejas y su suave pelaje, las tortugas se caracterizan por sus movimientos lentos y su duro caparazón. Los conejos son animales sociales que viven en grupo y se reproducen rápidamente, pero las tortugas son más solitarias y tienen una vida mucho más larga, algunas pueden vivir hasta más de 100 años. A diferencia de la dieta basada en plantas de los conejos, las tortugas comen tanto plantas como pequeños insectos. El conejo se protege huyendo rápidamente del peligro, mientras que la tortuga se refugia en su caparazón protector.